Los lápices Staedtler
Hay que echar un poco la vista atrás para conocer la historia de los más que conocidos lápices Staedtler. El nombre Staedtler se remonta a 1662, año en que se hace referencia a Friedrich Staedtler como el artesano fabricante de lápices. El 3 de octubre de 1835 Johann Sebastian Staedtler obtuvo el permiso del consejo municipal para producir carboncillo, sanguina y lápices pastel en su planta, fundando así la empresa J. S. Staedtler.
La empresa Staedtler fue creciendo durante esta época y ya en 1886, la compañía producía más de dos millones de lápices al año. Unos años más tarde, la marca Staedtler creo las que hoy en día son sus marcas de lápices de grafito más famosas y demandadas, como son Mars y Noris.
Además de los lápices, la empresa en 1949 comenzó con la producción de bolígrafos, que tuvieron una amplia aceptación, siendo usados en lugar de las plumas.
La empresa se sigue caracterizando por la ideas centradas en el progreso. Y el progreso proporciona ventajas, hasta la fecha. La marca Staedtler, una de las compañías industriales más antiguas de Alemania, se aprovecha de un tesoro muy especial que es su experiencia y crea, desde hace décadas, innovaciones de la más alta calidad posible.
La compañía está totalmente centrada y destina numerosos recursos a transformar las ideas en un productos. La unión de tradición y fuerza innovadora hacen que Staedtler sea así de especial. Es una parte esencial de la cultura corporativa. Y seguirá escribiendo nuestro futuro una y otra vez.
Uno de los principales elementos que se utilizan en la fabricación de lápices es el grafito. Cuando la compañía empezó a fabricar los lápices, el grafito se había convertido en un mineral imprescindible para la aleación y fundición de armas y equipamiento militar, por lo que tenía un gran valor y su extracción estaba muy controlada. De hecho, la corona inglesa lo usaba para fundir cañones y quien lo extrajera ilegalmente se enfrentaría a pena de muerte.

Hasta poco antes de 1890 los lápices eran pintados de color oscuro o ni estaban pintados. Ese mismo año la compañía austriaca Hardtmuth lanzó un modelo de lapicero de gran calidad que tenía varias densidades de dureza, y para diferenciarlo de los demás fue pintado de amarillo. Estaba concebido para ser el mejor lápiz del mundo y, por supuesto, el más caro. El lápiz tuvo tanto éxito que a partir de entonces el color amarillo se convirtió en sinónimo de calidad, y rápidamente la competencia se puso fabricar lápices amarillos.
A los pocos años Staedtler intentó hacer algo parecido y comercializó el modelo 'Lumograph' que era también de gran calidad pero estaba pintado en azul. La inversión de la compañía en branding fue muy ambiciosa, para este lápiz crearon un naming y posteriormente un símbolo. El nombre que registraron fue Mars en alusión al Dios romano de la guerra Marte. Aunque Marte era representado con el mítico busto de yelmo encrestado, uno de sus símbolos era el pájaro carpintero.
La empresa no se ha quedado en los lápices y las gomas que le han dado prestigio y ganancias durante tantas décadas. La búsqueda de nuevos productos o de un diseño más cuidado y atractivo sigue siendo su lema.
El mundo del arte fue pionero en el uso de este invento. Uno de los primeros en dar rienda suelta a su creatividad en este sentido fue el pintor y grabador alemán Alberto Durero, quien a comienzos de siglo XVI utilizaba una barrita de plomo y estaño llamada 'Punta de plata'. Gracias a esta invención Durero disminuyó considerablemente el gasto de papel porque este material podía borrarse con una simple miga de pan.